Inicialmente las primitivas celebraciones del día de la madre pueden ser remitidas a las fiestas de la Grecia antigua en honor a Rhea, Madre de todos los dioses y de quien más adelante profundizaremos en este artículo.
Durante el siglo XVII, Inglaterra celebraba un día llamado "Domingo de Madres" en honor a las madres Inglesas.Durante este tiempo, algunos pobres de Inglaterra trabajaban como siervos en lugares lejanos de sus casas. El "domingo de las madres" los siervos podían regresar a sus hogares para estar con sus madres.
En esa festividad se preparaba una torta especial, llamada pastel de la madre y con ella se le daba un toque festivo a la celebración.Con la expansión del cristianismo por toda Europa, la celebración se cambió y se ofreció en honor de la Madre Virgen, cuyo poder espiritual protegía a todos. Tiempo después, el "Domingo de madres" se celebró en honor a todas las madres e igualmente a la Virgen Madre.
En los Estados Unidos el día de la madre fue conocido primero en 1872 cuando Julia Ward Howe (compositora del himno de la batalla de la república), dedicó este día a la paz. La señora Howe organizó en un comienzo el día de la madre en Boston, posteriormente, en 1907, Ana Jarvis, una activista comunitaria, de Filadelfia, estableció el día de la madre el segundo Domingo del mes de Mayo.Ana Jarvis contactó ministros, hombres de negocios, políticos para que decretaran esta fecha como fiesta nacional.
El presidente Woodrow Wilson en 1914 anunció oficialmente, que cada segundo domingo de mayo, se celebraría el día de la madre.Hoy muchas ciudades celebran esta festividad en diversas épocas del año, sin embargo, algunos países como Dinamarca, Finlandia, Turquía, Australia y Bélgica celebran también el día de la madre el segundo domingo de mayo.
MADRE
Te digo al llegar, madre,que tú eres como el mar; que aunque las olas de tus años se cambien y se muden, siempre es igual tu sitio al paso de mi alma.
No es preciso medida ni cálculo para el conocimiento de ese cielo de tu alma; el color, hora eterna, la luz de tu poniente, te señalan ¡Oh, madre! entre las olas, conocida y eterna en su mudanza. (Juan Ramón Jiménez).
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